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Casos poco comunes


Cualquier parecido con la realidad...es pura coincidencia!


Cartas Suicidas


Último Acto
“Tomé el guión con manos indecisas, sabía perfectamente lo que diría: yo lo había escrito. Recorrí una a una las páginas leyendo las intervenciones de Rafael, mi personaje. A medida que me acercaba al final rememoraba con detalle todos los seres que había creado con mi pluma, y a todos aquéllos que me habían poseído en los escenarios durante fugaces noches. Quedaban tan sólo algunas páginas, muy pocas, para el gran final de mi obra biográfica. Los amores, el éxito, el reconocimiento, la fama, la familia, los premios, la soledad, el principio y el final de mi vida artística, se mezclaron en un torbellino, y la última página del guión me alcanzó sin poderlo evitar”, dijo Francisco Cabrera desde las tablas, en el instante mismo en que se derrumbó en el escenario. El público aplaudía esperando que bajara el telón. Fue sólo minutos más tarde, mientras Cabrera permanecía aún inmóvil sobre el escenario, que, en el máximo estupor del que éramos capaces, entendimos dolorosamente lo que estaba sucediendo: aquel monólogo final resultaron ser sus últimas palabras, y el guión de la obra que aún yacía junto a él, abierto en la última página, su carta suicida.



Suicidarse no es una de ellas
Hay cosas fáciles de hacer en esta vida: suicidarse no es una de ellas. Que te lo digo yo que lo he intentado de todas las formas y aún sigo viva, viva como para escribir esto que tienes en tus manos. Durante mis treinta y dos años de existencia he logrado todo lo que me he propuesto, he viajado por todo el mundo, estudiado las carreras más complicadas, incluso, permanecí un año en completo aislamiento en la cima de una montaña del Tibet. Y ahora, justo ahora, que me he propuesto suicidarme, simplemente, no puedo. He decidido intentarlo por última vez: contraté a un piloto temerario para que me lleve a dos mil metros de altura, desde donde brincaré del avión, sin paracaídas, sobre la Francisco de Miranda. Si tú, quien quiera que seas, encontraste esta carta, amarrada al ladrillo que tiraré mientras desciendo, has de saber que dejo en tus manos el deber de revelar al mundo que yo, Valentina Hernández, por fin logré mi objetivo.

3 comentarios:

Judit Gerendas Kiss dijo...

Jessica, eres una cuentista de garra, realmente sorprendente en una muchacha tan joven como tú. Pero, claro, lo que se hereda no se hurta, yo que conozco a tu mamá y conocí a tu abuelo Jorge, no debería sorprenderme.

Unknown dijo...

Gracias Judith! tu comentario significa mucho para mí viniendo de una gran escritora, como eres. Estoy leyendo la balada del bajista, espero terminarla pronto para comentarte mi lectura.
Lo que se hereda no se hurta, se ama y se disfruta.

Judit Gerendas Kiss dijo...

Espero con mucho interés tu opinión y tus comentarios, querida Jessica.